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Fundadoras

 

"Biografía de los Pilares de una hermosa realidad"

 

 

BIOGRAFÍA DE JUDITH MARTÍNEZ NIÑO 

 

Fue la sexta de los nueve hijos del feliz hogar formado por Luis Martínez Santamaría y Lucy Niño Álvarez.  Nació en Montenegro y muy pronto su familia se trasladó a Armenia.  Su niñez fue plena, porque además de sus amorosos padres y numerosos hermanos, se gozó la preciosa y permanente compañía de Edelmira Niño Nieto, (Nenita), tía madre y educadora de mucha trascendencia, que ayudó a su hermana a levantar tan numerosa prole.    

A los dieciséis años vistió los hábitos religiosos de la Comunidad Bethlemita en donde se hizo bachiller. Como Religiosa, dirigió un grupo de jóvenes adolescentes del Colegio de las Bethlemitas en Medellín de las cuales aún recibe sentidas expresiones de afecto y gratitud. 

Después de siete años de claustro, comprende que sus alas necesitan otros horizontes, más abiertos y con mayores retos de servicio; entonces, renuncia a la vida religiosa y vuelve al hogar en donde, para su dolor, la Madre es ya habitante feliz de la región más transparente. 

Recibe Licenciatura en Psicopedagogía y Posgrado en Orientación de la Universidad del Quindío. Trabaja como docente en el Colegio de las Bethlemitas y posteriormente en el Colegio Carlomagno (del que hoy lamentamos su cierre). 

Con una visión de futuro y cambio, se atreve a fundar un preescolar campestre.  Para dicho proyecto invita a su hermana Cielo, también educadora muy reconocida en nuestra sociedad y a Clara Inés Gómez Vallejo. Con la ayuda económica de la pensión de su padre alcanza el sueño en 1977 fundando el “Preescolar Nenita”, nombre dado en memoria de la cariñosa forma como nombraban a la inspiradora de los principios pedagógicos de la Tía Madre, Edelmira Niño Nieto. 

¡Toca el amor su corazón!, y decide cristalizar su sueño bajo la luz de abril de 1980 uniendo su vida a la de Carlos Montoya Uribe, quien por trece años asume la administración del Colegio. Un año más tarde, el dolor visita este hogar por el temprano adiós de su primogénito y su cunita vacía, capullo que floreció en eternidad. El inmenso sentimiento materno de Judith encontró toda su realización cuando escuchó: “Mamá, qué a gusto se hallan nuestras almas en el jardín de tu ternura que como viento de paloma anda sin sentirse andar por todos nuestros llantos y sonrisas”, en las voces de Carlos Arturo y María del Mar, sus amados hijos adoptivos, hoy colaboradores de su proyecto de vida. 

A la patria sin fronteras se va Luis, el padre amoroso, en diciembre de 1988 y, tras las golondrinas que le precedieron, parte “Nenita” en febrero de 1991. Dejó esta tierra que se hizo residencia de sus huellas en donde germinan sus pensamientos y sus obras en la Institución que inspiró. 

Desde 2­­002, Judith asume con gran acierto, las funciones de Rectora del Colegio. Bajo su dirección, ha tomado vuelo la Pedagogía Conceptual la cual se institucionalizó en 1999. Se desarrollan programas exclusivos de mejoramiento académico apoyados en las alianzas con la Fundación Merani y con Uno Internacional que han hecho del Colegio una Institución líder en innovación y en el aprovechamiento de las nuevas tecnologías (muy útiles en tiempos de pandemia). 

A nivel familiar, a Judith la caracteriza el poder de convocatoria, por ella se ha fortalecido la unión de los Martínez Niño, pues es el motor de cada reunión con motivo de los cumpleaños. Ahora son verdaderos encuentros de más de 24 horas, celebrando las décadas de cada uno de los hermanos. En este 2021 fuimos sus hermanos quienes le celebramos sus 70 años de fructosa vida, 50 de los cuales se los ha disfrutado en el ámbito escolar. De ella dijo en una ocasión un padre de familia: “Judith es aquella maestra que todos hubiéramos querido tener” 

Además, posee un don especial para contar anécdotas, las que “edita” con mucha gracia y genialidad para el goce de grandes y chicos.  

Otra de sus cualidades es que se desborda en ternura por los niños y pequeños seres irracionales, quienes también la aman. 

 

CIELO MARTÍNEZ NIÑO

Autobiografía

 

Soy la cuarta entre los hijos de Luis y Lucy, los mismos padres de Judith, los que a pesar de haber vuelto a Dios con frecuencia nos convocan y, cada encuentro es otra de las cosechas de su trasegar, porque el vaso de sus almas como padres, lo llenaron de eternidad.  Esta familia tiene un valor agregado invaluable, puedo decir que los nueve hijos nacimos llenos de cielo porque otra madre, hermana de mamacita, complementó nuestras alegrías de niños, fue nuestra confidente de los delirios de la juventud y, respondió con sus sabios consejos los interrogantes que como adultos la vida nos planteó. Ella fue “Nenita”, educadora e inspiradora del proyecto de vida tanto de Judith como mío. A los tres, gracias sean dadas por sus vigilias, la resistencia física, el amor precioso, la angustia, la vida pacientemente ofrecida y por la dulce historia que hoy me permiten contar.  “Los muertos trascendentales no se entierran, se siembran”.

Nací en Risaralda (Caldas) como mis tres hermanos mayores, de meses me llevaron a Montenegro donde nació el resto de la prole. En mi infancia, además del juego, la ternura y la alegría, estuvo nacionalizada la lectura, por lo que “El Tesoro de la Juventud” y “Las mil y una noches” permitieron que me habitaran por siempre las hadas, las mariposas y  las alfombras voladoras por las que aún transito y que me permitieron alimentar la fantasía de algunos de mis hermanos y la de muchos de mis estudiantes.

Escuelas como La Concentración, la Mistral y la Miguel Antonio Caro albergaron mi corazón de niña feliz; feliz por lo que mi hogar hizo y por lo que mis maestras hicieron de mí. ¡A ellas mi eterna gratitud!. Las Bethlemitas quisieron graduarme como bachiller, pero muy a pesar de mi padre, deserté de las aulas en cuarto (hoy noveno), luego tuve que auto capacitarme y “validar” los resultados de un ICFES pre requisito para ingresar como estudiante de Sociales en la U. del Quindío y en últimas, Licenciarme en Educación con especialidad en Tecnología Educativa en 1981, carrera a la que debo totalmente mi pasión por la fotografía.

A los dieciséis años sin darme cuenta inicié mi vida de maestra como jugando a las muñecas  en el Colegio de Alicia López (Q.P.D.) del parque Sucre (hoy Fundación Colegio Los Ángeles). No hubo intención, ni me tracé metas previas, pues por ese año de 1960, las niñas de provincia apenas empezaban a incursionar en ámbitos diferentes al hogar, y yo llegué a ese posicionado claustro muy niña y con la mínima preparación a hacer un reemplazo en varios grados de primaria, reemplazo que duró diecisiete hermosos años de mi vida. Todo pasó gracias a que Alicia López  creyó en mí al ver ¡cuánto disfrutaba lo que hacía! Quizá respiró la esencia de la familia. También para ella mi gratitud  eterna.

A Judith, un día se le ocurrió la loca aventura de fundar un Preescolar Campestre. Fue tal su fe y entusiasmo que acepté la invitación de ser su compañera de viaje en tan atrevido proyecto, a pesar de que mis raíces estaban en el Colegio que me hizo maestra. Y el sueño fue una realidad en 1977  con el "Preescolar Nenita". Seguí jugando a la escuelita en un bello rincón ambientado como para que el Creador de los paisajes se lo llevara al paraíso, con angelitos incluidos.  Fui su rectora durante dieciocho años y maestra a la vez, inicialmente en preescolar y luego en quinto.  Cuando el Colegio tenía ya los tres ciclos completos me desempeñé como maestra de Sociales en Bto. y  en otras áreas  propias de la Pedagogía Conceptual. Mi cátedra de Sociales siempre la orienté a hacer toma de conciencia en mis estudiantes de que parte de nuestros males proviene de la inequidad social que afecta al mundo entero y que un inteligente reajuste económico está todavía por hacerse.   

Entre los reconocimientos que se me hicieron por los cincuenta años de experiencia docente en el 2010 están: HOMENAJE DEL COLEGIO CAMPESTRE EDELMIRA NIÑO NIETO el cual se hizo tangible en el nombre de la biblioteca de la Institución, la cual desde entonces  se llama  Biblioteca Cielito Martínez Niño.  MEDALLA AL MÉRITO EDUCATIVO, concedida por la Confederación Nacional de Colegios Católicos CONACED, en el marco de la celebración del Día del Maestro.  Distinción “EMBLEMA AMOR A ARMENIA”  “por el mérito de sus acciones en beneficio de la comunidad y su gran aporte a la construcción cívica, social y educativa de la ciudad durante cincuenta años consecutivos” en el marco de la celebración de los 121 años de Armenia. CONGRATULACIONES del CONCEJO MUNICIPAL DE ARMENIA “en nombre de todas las personas que han sido cobijadas por su labor y sus conocimientos, queremos decirle que usted es ejemplo para todos aquellos hijos de una tierra bendecida por la mano del Señor”.  Además de estos reconocimientos oficiales, fue muy emocionante recibir mensajes con expresiones de inmensa gratitud, de exalumnos de hace muchos años precisamente porque una de ellas a eso los motivó. Para el 2013 ya no estoy en las aulas pero tengo mis alas  desplegadas sobre toda la Institución.

Además de enseñar, otras pasiones han hecho mi vida más bella: la pintura y la fotografía. A través de ellas he podido mostrar en varias exposiciones mucho de mi inclinación por el arte,  por las cuales he recibido distinciones regionales y nacionales. Tuve oportunidad de participar en varias Semanas Culturales de Armenia,  con recitales de poesía  declamada en el Club América, Teatro de la Cruz Roja, Casa de la Cultura y la Sociedad de Mejoras Públicas. Mi gran pasión por estos días es el tenis al que le entrego muchas de mis energías y el que me devuelve vitalidad.

¿Y el  Amor?  ¡Claro! Dos veces por largos años estuvo en la puerta y muy fuerte golpeó mi corazón. Fue el motor de mi vida, pero  siempre había una ligera niebla que difuminaba los contornos de mi realidad. Entonces un día me levanté como si nada me doliera y al fin tomé la decisión… entonces, SENTÍ QUE MI ALMA CANTABA LIBERADA DE FALSAS ATADURAS, SENTÍ QUE CADA DÍA ERA UN REGALO MÁS.

¡SENTÍ POR FIN FLORECER MI VIDA!

¡Un nuevo ser que llamaría MELISSA vino a participar del sagrado juego de mi vida.

¡Oh mi garza morena!, no es la sangre lo que establece la verdadera continuidad humana.

 

 

DESPEDIDA DE CIELITO

 

Un Alegre Adiós

 

Este viaje por el río de la docencia, empezó a mis dieciséis años, casi jugando a las muñecas.

El balance después de 52 años de misión, es de realización plena. Quise hacer sensible mi escuela de ladrillos y perdurar por eso en la memoria.

A Dios le agradezco esta vocación que me ha dado y por haberme rodeado siempre de los seres que amo y que me aman.  Espero haberles

hecho sentir Tu amor.

Ser maestro es algo grande; ya lo sé, por eso me permito decir con Gabriela Mistral: " Señor, Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el

nombre de maestro que Tú llevaste por la tierra"

 

¡ Gracias a mis estudiantes de ayer y de hoy, por estar ahí, tan cerca de mi corazón!

 

CIELO

 

 

JARDINERA

 

Queridos lectores,

Como dije en la autobiografía: dos veces golpeó el amor la puerta de mi corazón. Hoy he decidido contarles lo que dejó ligado a la piel de mi alma, ese segundo llamado del amor, a través de un delicado registro de la correspondencia cruzada entre los dos, en un tiempo inmóvil, cuyo hilo conductor es el íntimo sentimiento expresado en prosa y poesía.

Con este gesto trato de dignificar ese amor, porque sus páginas llevan a la contemplación de la inmortalidad del amor.

 

 


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